Desde el yugo del buey,
y la zafra de la caña,
abandone mi batey,
buscando lo que merecéis.
Ciales cuna inolvidable,
de paz infinita,
sagrada y bendita,
espíritu que no se olvida.
Como podré reciprocar,
si suena la trompeta,
y el magnetismo terrenal,
de un brindis final.
Aun viven recuerdos,
de tus riachuelos,
tu bendito soberano,
el caldo y el pegao.
Tú aroma del café tostao.
abrogan mi sentir,
ahoga mi vivir,
consuelo de mi existir.
Cultura que no muere,
vibrante, no inerte,
llena de dicha y suerte,
desafías para no perderte.
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